Desde hace más de 10 años he estado viviendo con un polizón en mi cabeza llamado «depresión», que ha trapeado el suelo conmigo. En algún momento la vida dejó de darme placer y emoción, dando paso al miedo y la desesperanza. El mundo de repente se volvió insípido, mis motivaciones que antes me hacían esforzarme al máximo, ahora me parecían hasta cierto punto ajenas, como si fueran de otra persona, o de una vida anterior, ya no tenía motivos para esforzarme tanto. La vida misma perdió su propósito, e intenté infructuosamente de darle uno. Y si nada vale la pena…¿por qué esforzarse?…Todo eso, no es raro en una adolescente, pero lo peor vino cuando entonces la adolescencia, al menos mentalmente, no terminó…al parecer, me sigue aún hoy a mis 27 años. Muy seguido, a pesar de jamás haber pensado en la posibilidad de un suicidio, pienso en que no estaría mal que mi vida terminara así, de repente. Me despierto sin ganas de vivir, como queriendo quedarme en la cama todo el día, culpándome por no poseer energía, motivación, de no aprovechar la vida que tengo.
Hay subidas y bajadas, pero mi estado anímico basal esta por debajo de lo que podríamos llamarle «normal». Como sea, ya me estaba acostumbrando a eso, pensaba que tal vez así era mi personalidad tal vez, triste y desanimada. Entonces, hizo su aparición, otro polizón llamado: «trastorno de ansiedad generalizada»…y empezaron estos episodios de sudores, palpitaciones, desesperación, pánico, y ganas inmensas de llorar ante estímulos insignificantes. Llegaron los terribles miedos a cosas que antes me hubiesen parecido risibles o indiferentes (hablar en público, pagarle a un cajero, mirar a la gente a los ojos, entrar a una tienda, conocer gente nueva, salir a la calle, etc…todo generalmente muuuuy relacionado a la gente). En algún momento me recetaron fármacos (que no hicieron más que empeorarme) y que terminé dejando. Y de la terapia…en fin, me da pena decir que en algún momento me dio miedo lo que la psicóloga pensara de mi y dejé de ir.
Suena ridículo, pero es increíble cuan incapacitante es una cosa que no se puede ver…es terriblemente cansado, termino el día molida aunque no haga gran cosa, termino cansada de estar tooooodo el día alerta, angustiada, como cuidándome de una bestia ficticia, lista para correr…como si estuviera en el borde de un acantilado, a punto de saltar con miedo a las alturas…y mi cuerpo lo refleja, noto extremidades frías, palpitaciones, tartamudeos, temblores…y eso todo el día, de alguna manera cansa, no sé muy bien como. Encima, me cuesta conciliar el sueño y despierto cansada. Aunque en un principio intentaba que nadie se diera cuenta (porque al menos a mi no me gustaba andar como María Magdalena por la vida, con la nubecita negra en la cabeza) con el tiempo es cada vez más difícil fingir alegría y buen humor…en este momento me cuesta fingir hasta un estado de tranquilidad. Evito a la gente porque tengo una susceptibilidad exacerbada, cualquier cosa me pone a llorar y no quiero hacerlo frente a la gente. Esto me ha llevado a un desastre apoteósico academicamente hablando, la angustia excesiva me ha llevado a evitar clases, examenes, por miedo a los compañeros, exponer, el profesor, o cualquier minucia.
Por que sí, lo sé es ridículo, pero con el tiempo estos polizones te hacen creer que eres tú el que es así, el desanimado, apático, patético que no hace nada…todos los fracasos a los que te llevan te hacen pensar que por muy inteligente que te creyeras antes, eres tonto, inútil, incapaz, inferior a cualquiera, sin talentos, que encima ni siquiera cree en si mismo ni se quiere…y los demás se dan cuenta enseguida o se darán cuenta en cualquier momento y te despreciarán por ello. Y te profetizan que en todo lo que intentas fallarás, y te siembran miedo para que al final, si, la profecía se cumpla, y te des cada día más cuenta de cuan poco vales la pena, de cuan inferior y diferente eres de los demás, pfff…un desperdicio de oxígeno…
No, no tengo más enemigos que los que están en mi cabeza…pero ellos son lo suficientemente fuertes para detenerme, no me queda duda de que son los más formidables enemigos que tendré en mi vida…porque así me lo han dejado ver hasta ahora. Nunca otro enemigo fue capaz de dejarme tirada en la cama.
Sin embargo, creo firmemente (con lo cursi que pueda sonar) que hay algo que me viene a enseñar. Si supiera esta(s) cosa(s)/lección(es), probablemente no habría entrado en esto, pero dado que no lo sé, se hizo presente. Con el tiempo me he dado cuenta que tiene que ver con como interpreto los estímulos de una manera negativa, de como mi mente me engaña y exagera, y es necesario reeducarla, combatirla, hacerla realista, porque es obstinadamente fantasiosa, pero tiende al lado obscuro. Sospecho también que va sobre aceptarme, conocerme y confíar en mi, autoestima (asunto con el que siempre he tenido conflictos). Tiene que ver con relajarme, dejarme fluir, no idealizarme ni exigirme ser como ese enfermo ideal. Tiene que ver con un deseo enfermizo de perfección, y la determinación de no quedar mal nunca «ante los demás» a cualquier coste, incluso poniendome en segundo término.
No basta darse cuenta de ello, cierto. Pero creo que es parte de la batalla, un paso importante darte cuenta de tus fallos, y tratar de entonces, trabajar en ellos. Y es difícil de hacerlo aún sabiendo, pero poco a poco creo que voy dando pequeños pasitos…